Y TE VI... Y AL FIN, TODO TUVO SENTIDO
Fue entonces,
que te vi. Te vi y no pude despegar los ojos de tu perfil, de tu silueta, de tu
vestido increíble, de tu pelo, de tu sonrisa fácil, de tus pupilas radiantes,
de tu espalda descubierta como una galaxia en la que revoloteaba una
extraordinaria constelación de pecas y manchitas de sol.
Me quedé
petrificado, como si se me hubiera presentado la mismísima Virgen de la
Anunciación a encomendarme una misión ineludible.
Cuando dieron
las dos de la mañana no soporté más. Cuántas veces la vida (me pregunté a mí
mismo) me va a dar otra oportunidad de verte. Qué diablos hago aquí, escondido
como maricón, perdiendo un tiempo sagrado.
Y es así como todo al fin, tuvo sentido.
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